Una vez fui ciego;
no vi
nada en absoluto.
Fui náufrago,
a la deriva,
en un mar tranquilo.
Fui roto,
sin descosido,
ni remiendo que me valiera.
Fui estúpido,
y te perdí,
y jamás pude vivir el reencuentro.
Fui muchas cosas
y la peor de todas,
fue ser un necio
que se negaba a ver
lo que había ante sus ojos.
Aunque
lo bueno de saberme necio
fue el darme cuenta.
Aprendí del error.
Dejé entonces de ser ciego
y miré alrededor.
Dejé de estar a la deriva
y comencé a nadar.
Dejé de ser estúpido
y entonces, pude comprender:
El haberte tenido me dio luz.
El haberte perdido me dio paz.
El haberte sabido lejos…
eso me dio descanso eterno.
Laira Valdi
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